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El cultivo hidropónico o cultivo sin suelo es la mejor manera de tener un control total sobre el crecimiento saludable de las plantas. Se lo emplea de manera frecuente para uso comercial, en el cultivo del tomate, la lechuga y una gran variedad de vegetales. Sin embargo, poco a poco comienza a estar en boga el uso del cultivo sin suelo o hidropónico en pequeñas huertas particulares y jardines.

Este tipo de cultivo se realiza en recipientes donde se colocan nutrientes del tipo lana de roca, arena, fibra de coco, perlita, y demás sustancias específicas que se adquieren en comercios especializados, capaces de portar los alimentos que cada plante necesita. El elemento principal en este sistema de cultivo es el agua, por eso lo más importante es procurar un sistema de riego adecuado.

El cultivo hidropónico consiste en un sustrato (generalmente arcilla expandida, vermiculita o lana de roca) al que se suministra agua con los nutrientes incorporados y que puede ser regado continuamente siempre que el líquido sea drenado y no inunde el sustrato para aprovechar al maximo el agua. Las ventajas obtenidas por este método de cultivo son la rapidez en el crecimiento y maduración de la planta, pudiéndose acortar los ciclos en un 60% respecto a los de la misma planta en su entorno natural.